Onomástica de Madre Mariana

En este día de Santa Ana, onomástica de nuestra Madre Fundadora (madre Mariana), recordamos algunos textos en los que ella se dirigía a Dios en su oración:

"Señor, jamás olvidaré lo que mi corazón experimentó anoche en tu presencia: después de un desconsuelo poco común, mi dulce Dueño, con mi corazón destrozado, oí tu inspiración, y por fin tuve la dicha de sentirme completamente cambiada. ¡Qué paciencia tienes conmigo! ¡Cómo sabes hacerme sentir, aunque yo me resista a tu voz". Mariana reconoce su ser de creatura, limitada y débil, pero con sed insaciable de lo eterno. Esto hace brillar en ella de un modo admirable la Gracia de Dios, siempre mayor que nuestra sed. No elude las exigencias de la vida, convencida de que no será defraudada, y se siente entrañablemente acompañada por Aquel que ya ha recorrido este camino.

Mariana, una mujer muy humana, de gran sensibilidad, que ama con profunda delicadeza. Es cariñosa con los que le rodean, muy tierna, comprensiva y cercana; y a la vez es decidida y emprendedora, luchadora, enérgica y creativa. ¿De dónde saca la fuerza para sostenerse en la debilidad? "Hay en el sagrario una barquilla con la cual podemos pasar por en medio de las terribles tempestades que nos amenazan en nuestra difícil misión, sin caer en el peligroso mar del desaliento. Lo que no puede hacer la creatura, lo puede el Creador, y si nuestra impotencia es extrema, su misericordia es inmensa" También sus obras son testigo de que Dios está con ella, pues reconoce una y otra vez que no hay correspondencia alguna entre sus propios recursos y lo que de ahí surge. La manera extraordinaria en que las mayores necesidades eran remediadas constituía para Mariana una señal clara de la protección de Dios. En las situaciones más apremiantes,

Mariana repetía a sus hermanas trinitarias: "Tengamos paciencia, Dios proveerá", y siempre llegaba: desde el pan que escaseaba, hasta el dinero para una nueva casa porque se quedaba pequeña para las acogidas la que tenían. Pero lo que más transmitía a sus contemporáneos era su gesto transparente y la profundidad de su mirada: muchos afirmaban que tenía algo de luz divina. Los testigos de su vida dicen que llegaron al final con su misma expresión. En ellos podía leerse la vida de una mujer que nos dice a todos que Dios, con un SÍ es capaz de realizar imposibles. Su profunda sabiduría procede de contemplar con el corazón a Aquel que nos soñó, nos creó y nos alienta para que alcancemos la meta de nuestra vida: nuestra propia salvación. Si a Él nos descubrimos comprenderemos que nos está dando lo que nos pide.