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“Mi vida es una barquilla que yo pongo en manos de Dios”

Figúrate que tu alma es una barquilla, y cada mañana, delante de Jesús, dile llena de amor: “Señor mío y Dios mío, aquí está mi barquilla, aquí está mi tripulación, aquí están mis remos, aquí están mis redes: todo lo pongo en tus manos”. Llénate de confianza y ponlo todo en las manos de Dios. Él será tu piloto, y si ve que tú te abandonas por completo, Él cuidará de tu barquilla en medio de las tormentas del día. Serena tu espíritu, y estate segura de que si te abandonas por completo a Él, que es todo bondad, la paz vendrá a tu alma y no te turbará tormenta alguna, y ninguna dificultad podrá contigo. Así le sucede a aquellas personas que con entusiasmo dicen: ¡Lo dejo todo por aquél que amo más que todo!” (Madre Mariana)